jueves, 11 de septiembre de 2014

Primeros intentos: fortuna imperatrix mundi

Hoy quiero rememorar los primeros pinitos inversores, de hace ya como 20 años. (Interludio - reflexión: si hubiera empezado hace 20 años como ahora, ¿hubiera alcanzado hoy la independencia financiera?) Hablo de mediados de los 90, donde no es que nadie viera venir en la crisis financiero-ladrillera de hoy, sino que aún no había pasado la de las .com.  

En aquella época, con ingresos muy limitados, al menos el objetivo de mis inversiones estaba claro: tener un rendimiento alto para poder comprar una vivienda. Es un objetivo claro, tangible, aunque poco específico. Y ya veremos cuán importante es definir bien los objetivos, con números y no sólo conceptos...

Pero sigo con la historia. El caso es que contraté un producto que parecía obvio, la gran solución para los que buscábamos el primer nido: la cuenta vivienda. Esto me permitió deducirme algo de impuestos, no recuerdo cuánto, lo que no es una cuestión menor (los impuestos, quiero decir), también hablaremos de esto. La seguridad del producto era total, y mirado retrospectivamente no parece que fuera una mala opción, especialmente dados mis nulos conocimientos de la época en inversiones.

El segundo producto financiero con el que entré en contacto tiene más miga. El amable empleado de mi caja local (hoy desaparecida, tras 148 años de actividad), al comentarle mi interés en hacer rendir mi capital, me sugirió unas "Obligaciones subordinadas" de la entidad que, creo recordarlo bien, "son como un plazo fijo pero dan más interés". Yo las adquirí tan feliz y confiado. Lamento no recordar tampoco cuánto rindieron (sospecho que tampoco demasiado), pero lo importante aquí es que las vendí para adquirir mi primera vivienda. No es que hiciera bien, es sencillamente que tuve suerte, porque todos sabemos cómo acabó la historia para las que las conservaron...

Así pues, y mirado desde mi óptica de hoy, hay dos conclusiones que quiero compartir:

- Las entidades financieras no saben lo que va a pasar, y, en cualquier caso, no están de tu lado. 
- La suerte cuenta en las inversiones, básicamente porque no puedes prever lo que va a pasar.

Bueno, si adorno estas dos conclusiones un poco creo que opto al Nobel de Economía...

Cuidado, y esto sí es importante y no tan trivial: que no puedas prever lo que va a suceder no quiere decir que las inversiones sean algo simplemente aleatorio. Hay mucho que puedes hacer para reducir el riesgo en caso de que. De esto trataré mucho en este blog, durante los próximos 20 años...

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